ANDAR-I-EGO

andar-i-ego: el trazador de caminos y direcciones (2002-2005)

 

Caminos y recorridos de alta montaña, por el Pirineo oriental y central, casi siempre en altitudes superiores a los 2.000 metros, realizados desde el otoño del 2002 hasta el verano del 2005. Son itinerarios que resiguen la línea del horizonte, en una búsqueda de los elementos en estado puro, del sonido primordial de la naturaleza y de la resonancia del origen. Territorios de frontera entre la Tierra y el Cielo, entre lo denso y lo transparente. El recorrido como una sucesión de lugares, como cuaderno de bitácora, como libro de imágenes. El espacio se expresa a través del recorrido, a través del caminar. Caminar para cultivar el estado de ánimo adecuado, para volver a una experiencia íntima del mundo. Un tocar la naturaleza, un con-tacto, un diálogo dentro de esa naturaleza y con ella. Recuperar el sentido físico, la ecología del lugar, el sentido tangible de conexión a un lugar, descubrir su espacio interior. Lo físico y lo metafísico están esencialmente entrelazados. Percibir nuestro lugar en la Tierra desde un punto de vista simbiótico.

 

El tríptico: una mirada de 90º en cada fotograma, una visión triplicada de un lugar, un observatorio, el sonido de un momento. La imagen central indica la orientación (de la mirada) y la frontalidad (del cuerpo). Las imágenes laterales, los costados izquierdo y derecho del cuerpo, las manos diestra y siniestra. La imagen ausente – la 4ª fotografía – nos hace presente nuestro propio cuerpo, nuestra espalda, aquello escondido y que no vemos, lo que hay detrás, proyectándonos hacia el interior del espacio de la imagen.
El juego entre ausencia y presencia nos revela el quinto punto, el centro de la cruz orientada, nuestra posición vertical sobre el horizonte, el estar del propio cuerpo, abriendo la posibilidad al Ser.
La fotografía da la accesibilidad justa a la vivencia de esos territorios alejados y solitarios, a sentir ese lugar de encuentro. Es el reflejo de una experiencia individual, de un instante de cruce. La naturaleza interior y la naturaleza exterior, un trabajo silencioso e híbrido, la práctica de un ritual – de cómo interrogar, de trabajar el vacío -.

El vacío te lleva irremediablemente al silencio, y el silencio, a trabajar sobre la nada. El paso siguiente desde la nada es la luz, la luz ilesa como esencia de todas las cosas – la existencia -. A su vez, la luz define el tiempo, y el tiempo da forma a la memoria. Una saturación de conciencia que crece desde una condición de conocimiento emocional. Las miradas lúcidas – imágenes – retenidas son vitales, irradian perennidad y son obras vivas, líneas de intuición. La capacidad de imaginar otros mundos nos salva de la mediocridad de la vida cotidiana y nos permite huir de nuestras prisiones. Hay un mundo por descubrir dentro de cada hombre.