UMBRAL-ES

umbral-es, karratz: el espejo del cielo (Parc del Garraf 2018-2019)

 

[…] la percepción del color es un evento puramente psicológico, subjetivo, que acontece en el espacio interno de un individuo, en la pantalla que lleva dentro. Lo mismo sucede con el mundo acústico, y con el campo de la sensación en términos amplios. Basta por eso alterar la conciencia individual para que emerja una realidad distinta, no familiar. Sería absurdo suponer que esa alteración en el “receptor” ha creado una modificación en el “transmisor” o mundo externo, que es sólo un continuo materia-energía. […] La primera conclusión es que nuestra realidad no posee un estado fijo, sino una existencia momentánea […]. La segunda es que jamás sobrevaloremos el poder cosmogónico de los humanos; cada individuo es un creador que debe reinventar de nuevo su propio mundo. De una y otra cosa resulta que nuestra libertad -y nuestra responsabilidad- dependen directamente de nuestra capacidad para seleccionar lo que queremos recibir del programa infinito ofrecido por el universo. […] Allí vemos la luz transformándose en atmósfera. […] Lo necesario es que cada cual busque dentro de sí una experiencia propiamente mística, la experiencia de la vida en su unidad. Llamo místico al maravillarse, a la plenitud de sentido que nos embarga porque sí, quizá ante algo insignificante. […] Experiencia mística es sinónimo de belleza conmovedora. […] La belleza es siempre un sentimiento de acuerdo, una conciencia que supera la escisión del sujeto y el objeto. […] Podemos llamarlo Creación: es lo que se revela en la experiencia mística. Sea cual fuere su pretexto, esa experiencia nos sumerge en una realidad que expresa amor. Su lenguaje es la historia natural, el proceso del mundo. En el principio era el logos, y el logos era amor. La fórmula me vale. Pero me vale como asunto de experiencia. Creer es propio del que no se atreve a intentar percibir. Cuando se suspende el velo de las rutinas aparece el “espíritu de la verdad” […]. La religión común debería anclarse sobre el ciclo vital, que, como antes sugerí, es un matrimonio del cielo y la tierra. […] Desconozco espíritus distintos de los que alberga la naturaleza. El placer quiere eternidad. Para los goces, podríamos atenernos al espíritu como naturaleza.

 

Albert Hofmann: “El espíritu como naturaleza” (1977)

 

*El topónimo de Garraf tiene su origen en una onomatopeya ibérica. La cual en el abecedario latino puede transcribirse como Karratz. Hace referencia al sonido que se produce al pisar los guijarros, especialmente si son abundantes y están sueltos.